viernes, febrero 15, 2008

Expo de Loro Coirón



Excepto algunas excepciones, el conjunto de imágenes presentadas acá son detalles o elementos preparatorios de un mural grabado sobre una tabla de linoleo y madera de pino y previsto para medir 300 metros de largo por 4 metros de alto. Empresa desde hace 15 años, su título es: Paseo de un visitante Europeo en el plan de Valparaíso a la boca del siglo 21…
Este proyecto no tiene ningún destinatario, ni algún lugar de destino previsto, es una utopía pura, la simple felicidad de agradecer a las porteñas y porteños su hospitalidad. Ellas y ellos han debido y sabido, desde la apertura del Canal de Panamá, hacer frente al decaimiento económico del Puerto Principal, pasando de la riqueza a la simplicidad. Ellos se forjaron, entonces, su propia identidad y fue aquello, con talento, lo que les permitió curiosamente no mantenerse como simple espectadores, mientras que la actualidad y sus actores se volteaban de ellos. Seguido a este abandono, Valparaíso debió elegir entre morir o mantener su ritmo propio, sus emociones propias, tejer sus propias miradas, sonrisas y tristezas, es decir, pulir su propia armonía, sinónimo de identidad natural, de personalidad enviada, evitando así por largo tiempo la idea de armonización, demasiado a menudo sinónimo de nuestra época de trivialización...
Y es, sin duda, este ritmo propio, esta emoción colectiva la que ha identificado los lugares o las colectividades que han tentado a la Unesco a interesarse por la ciudad portuaria, querida por los marinos del Mundo entero... Pues, hasta el 2004, Valparaíso no tenía razón para ser más que un puerto; es esto que hizo su reputación mundial: su cultura, su textura. Los puertos son los nidos de la Humanidad, puertas, pasos, conjuntos de pasarelas entre la tierra, que afirma, y el mar que progresa, entre aquello que tranquiliza y aquello que inquieta, entre sólido y líquido, donde se entrelazan intereses de sedentarios y quietud de viajeros, donde se rozan los vuelos de las palomas y los de las gaviotas, donde se funden los vientos marinos y aquellos de las montañas... Y mientras que las ciudades capitales, las ciudades interiores tienen una idea precisa de su poder piramidal, los puertos abiertos, vulnerables, son más numerosos; ellos no tienen un centro propiamente dicho, pero cuentan con un conjunto de mostradores alrededor de una bahía calurosa como un abrazo! El viajero, el comerciante venido de otra parte, el visitador, a veces debilitado, pasa a ser lógicamente el centro virtual. Aquel con el que se atrae cotidianamente un arte primero, propio a la Humanidad: el trueque. Y para apoyar este intercambio, convertido en comercio, y evitarle los horrores de la guerra desestabilizante, ha nacido el segundo arte: la diplomacia. Ella que evita también los sacrificios humanos modernos. Y para asistir este arte de la negociación, el Hombre inventó el arte de la representación, del saber vivir, es decir, las bellas artes: la Cocina, la Música, el Teatro, la Pintura, así como tantos otros regalos de acompañamiento...
Pero la verdadera Cultura de un País y de un Pueblo es la onda expresada en la calle y en lo cotidiano: por ello, Valparaíso, ciudad portuaria, ciudad de acogimiento, ciudad frágil, delgado, pero resistente, posee una de las más bellas Culturas!
Paseando por la primera vez sobre el plan de Valparaíso en enero de 1989, teniendo como guía el profesor de diseño industrial Ricardo Lang, volví a sentir este bello escalofrío que emerge de los momentos de plena alegría. Creo que, en un primer tiempo, uno quiere a alguien o un lugar por su movimiento, y luego, rápidamente, por la calidad de sus emociones. El primero era sin duda el bosquejo de la siguiente. Volví a sentir esto por Pancho; la forma de sus casas poco me importa, la prueba, el domingo la ciudad no existe más que con el paisaje desértico de las calles y pasajes. La Cultura, la verdadera Cultura, es y quedará como una historia entre los vivientes, en los cuales, las muertes son las raíces, tal como se dice en África forastera.
La idea de un mural de 300 metros de largo sobre 4 metros de alto nació simplemente del deseo de decir gracias a un pueblo costero, marino, por su sentido de acogida y originalidad. En general, se trata de desprender las impresiones chilenas sobre las calles porteñas y aquellas del plan, en particular. Este lugar, privilegiado, precioso, abrazando al puerto y donde cada uno es indispensable, como en una familia! Por que creo en la complementariedad de los seres humanos, muchos más que en la dualidad, muchos más que en la competitividad de los individuos. ¡Puede ser debido porque nací simplemente siendo cristiano! Creo absolutamente que si hay seres luminosos, es porque hay seres oscuros y que si alguno parece brillante, no lo es más que por su complementariedad con un ser más eficaz.
Desde hace 15 años, yo no ceso de gravar esta obra y mi último cálculo de probabilidad me dice que yo debería terminar los 1200 metros cuadrados un día de un mes a los 127 ans hacia las 17 h. El barón de Coubertin no dijo a propósito de los Juegos Olímpicos: lo importante es participar! La técnica utilizada es aquella de la reproducción porque yo amo la idea de producción ligada a aquella de la repartición. El grabado sobre linóleo (linografía) y aquel sobre madera (xilografía) remontan, por un segundo, a los orígenes de la impresión de estampas que precedía a la imprenta. Se trata de matrices de madera grabadas, entintadas, después impresas bajo una prensa o por frotti (una tabla grabada por color impreso). La linografia que procede de la misma técnica es más reciente. La tabla grabada, de linóleo, es un material compuesto, producido desde el siglo 19, a base de corcho, de aceite de lino, de lianas y de tejidos como armazón por detrás. El linóleo fue concebido en su origen y, a veces también hoy en día, para ser utilizado como revestimiento de piso, el cual es de fácil mantención. Los grabadores sobre madera lo tienen desde el comienzo 20, considerándolo para algunos realizaciones más flexible de grabar; un poco como los grabadores al buril sobre cobre (Taille-douce) lo hacen desde años con tablas de acrílico o bien de nuevamente, aquellos de madera con trupán, más económico y de mayor tamaño que las maderas frutales de origen.
La superficie final del mural tiene 1200m², una de las últimas empresas en el mundo que fabrican aún linóleo, Tarkett en Sedan, entre Alemania y Francia, me ayudaron con el ofrecimiento de términos de bobinas (¡2mts. De alto por un largo ilimitado!), desecho de su producción. Debo agradecer aquí por este gesto formidable.
Sin duda, me gustaría agradecer a mi modelo, mi musa, mi cómplice, el Pueblo de Valparaíso, por la belleza de su presencia sobre esta hermosa costa que es la de Chile. Agradezco a la Ilustre Municipalidad de Valparaíso por su acogida en esta bella sala, ¡misteriosa e íntima como la boca de un dragón subterráneo! Gracias a Carlos Lastarria, cuyos textos en La Estrella tan generosamente me acompañaron desde el año 2000; gracias a la Sala El Farol de la Universidad de Valparaíso, por presentar cada 4 años el progreso del mural… Gracias también a Marta y Alejandro del restaurante-teatro La Tertulia, en calle Esmeralda, quienes me acogieron con gentileza y paciencia desde hace 3 años como una excepcional galería permanente… y agradezco enormemente a Mario de la librería Crisis, calle Pedro Montt, así como a la familia Ibáñez de Viña del Mar y aquellos de la calle Lautaro Rosas que fueron y son mi "familia Medicis" en el puerto. Agradezco a todos mis grandes amigos: Amaru, Allan Browne, Arturo C., Pía, Salvador, Alberto Herrera y Sofía, Alda una y Alda dos, Bertrand, Nancy, Victor Hugo, Philippe, Isabelle, Alberto, Sofía, Gonzalo, Moisneau-Verophoto, Daniel, Elodie, Veronica, Helene et Luc, la Chocolateria Colas en Maule Francia, Ricardo, María-Luz, La Yolanda y... todos los otros que están en el fondo de mi corazón: Marie-Soleil Trujillo, amante de la poesía y el arte, que tiene la gentileza de traducir todos mis textos desde el principio y para siempre simples y claros, tal como este… Gracias a Sabine Riveros por la ayuda y presentación de este texto de cariño.En fin, gracias a Eva Hajnal, amiga húngara-brasilera-franco-chilena que abrió "El Espacio Valparaíso, Hay un lugar para cada uno...", en calle Cummings, y me permitió descubrir, sin lugar a dudas, desde la primera vez, lo que América de la Tierra del Fuego hasta Alaska tiene de fabuloso: ¡una íntima historia familiar...es decir, diversidad(es)!
Loro Coirón

2 comentarios:

Renzo Soto dijo...

Ah,el Maaag!!!

M. Chacón dijo...

wooooooooooowwwww.......genial..
Aunque al leerlo me pareció una despedida de este francés que ama a este puerto más que nosotros los porteños...Un personaje carismático, siempre con una sonrisa entre su enrojecido rostro. Su trabajo, grabados con sentimiento de viñetas.
Espero alcanzar y visitar esta muestra... espero aún más volver a toparmelo en las calles de este extraño puerto...



Saludos